Cajamadrid ha cerrado la biblioteca, pero eso no significa que la historia acabe aquí.

En los posts anteriores enlazamos dos informaciones de la prensa:  Los usuarios del espacio cultural buscan un modelo que permita asumir su gestión, titulaba Puerta de Madrid; y Los usuarios quieren reabrir la biblioteca, decía el Diario de Alcalá.

Es cierto: los usuarios queremos reabrir la biblioteca. Hemos hablado con la Obra Social de Cajamadrid, y está dispuesta a ceder la gestión. Pero para poder asumirla necesitamos un modelo que la haga sostenible.

Los tiempos están cambiando muy rápidamente, y quizá tenemos que acostumbrarnos cuanto antes a que muchas cosas van a dejar de regalárnoslas. Somos nosotros los que tenemos que decidir lo que valoramos y cuánto estamos dispuestos a luchar (o a pagar) por ello.

Esto no pasa sólo en Alcalá. En Shutesbury, un pueblo inglés con apenas una población de apenas 2.000 personas, los vecinos se han puesto a recaudar dinero para construir un nuevo edificio para su biblioteca, que construida hace 110 años está en muy mal estado.  ¿Está está dispuesta la gente a poner dinero de su bolsillo para salvar una biblioteca? Parece que sí. Por lo que hemos leído en Biblogtecarios, han recaudado ya más de 200.000 dólares donados altruistamente ¡Nosotros necesitaríamos mucho menos!

Y esto no pasa sólo ahora. En Alcalá, precisamente, tenemos un precedente ilustre. En 1851, unos vecinos de la ciudad fundaron la Sociedad de Condueños, la primera sociedad particular y privada que se creó en España para salvar y conservar un patrimonio artístico, el de la antigua Universidad de Alcalá (así lo cuenta la Wikipedia), que tras la desamortización estaba en grave riesgo de desaparecer.

Según dicen en Global Henares:

Esta compra, con su posterior restauración y conservación, está considerada como gesta heroica, por el gran mérito que tuvo al unirse todo un pueblo en una causa común, que implicó además para ellos un gran sacrificio económico, teniendo en cuenta las circunstancias tan adversas de la época, con una nación empobrecida por las guerras, pronunciamientos y cambios de gobierno.

La crisis actual no era nada comparada con la de 1851. ¿Estaremos ahora, como entonces, a la altura de las circunstancias? ¿O esta vez la heroica ciudad duerme la siesta?

De vosotros depende, amigos de la biblioteca. Os agradeceremos todas vuestras ideas y muestras de apoyo: tenemos el verano para pensar, y los comentarios están a vuestra disposición hasta septiembre.